Javier Tébar Hurtado, profesor de la Universitat de Barcelona, asesor de la exposición y miembro del Centre d’Estudis Històrics Internacional (CEHI-UB)/ Carlota Vidal Sánchez, comisaria de la exposición, miembro del CEHI-UB y profesora de secundaria/ Gerard Rodríguez Arellano, comisario de la exposición y profesor de secundaria.
El título de la exposición «Generacions TOP. Resistir, Protestar, Conquerir» condensa hoy significados discordantes dependiendo del prisma generacional desde el que se interprete. Para la mayor parte de los jóvenes, el término «TOP» evoca excelencia, éxito y modernidad. Mientras que para otra parte de aquella juventud que vivió bajo la dictadura franquista, estas tres letras remiten al Tribunal de Orden Público, una jurisdicción especial e instrumento de represión política clave del régimen del general Franco durante las últimas décadas de su larga existencia. Este contraste entre generaciones y significados guía la mirada de la muestra presentada en el Centre de Cultura La Model de Barcelona el pasado 20 de noviembre de 2024 y prorrogada hasta el 31 de marzo de 2025, completada con una amplia programación de conferencias y debates. La iniciativa está organizada por la Associació Catalana de Persones Expreses del Franquisme y apoyada por el Memorial Democràtic de la Generalitat, la Dirección de Memòria, Història i Patrimoni de l’Ajuntament de Barcelona y entidades universitarias como el Centre d’Estudis Històrics Internacionals y el Observatori Europeu de Memòries, centros ambos de la Universitat de Barcelona.
El propósito de la exposición es cuestionar el relato que todavía hoy predomina en las aulas y, también, entre la opinión pública sobre el Tardofranquismo y la Transición a la democracia en España. Determinados usos públicos del pasado han propiciado unas narrativas hegemónicas que suelen subrayar el papel del desarrollismo económico de los años sesenta y setenta del pasado siglo XX y el posterior espíritu pactista y pacífico que marcó el paso de la dictadura a la democracia, dejando de lado la importancia de la movilización de la sociedad civil. Por el contrario, el relato de esta intervención museográfica pone el foco en visibilizar los colectivos que desafiaron el régimen dictatorial en un contexto en el que la represión silenciaba cualquier voz discrepante. Lo que se ofrece es una historia «desde abajo», que reivindica el papel de la gente corriente en el proceso de democratización. Esta no es una historia de héroes, pero sí, posiblemente, de actos heroicos, individuales y colectivos. Las fábricas, los barrios, las universidades y otros centros de enseñanza media, los círculos culturales y artísticos y los colegios profesionales (periodistas, abogados…) fueron algunos de los escenarios de la lucha por la democracia. Su impacto fue crucial para la conquista de derechos y libertades consideradas hoy inalienables, como la libertad de expresión, de reunión y de manifestación. «Generacions TOP» no solo trata de dialogar y de no echar en el olvido este amplio repertorio de protestas, sino que también opta por resaltar el protagonismo a aquellos actores sociales que con frecuencia quedan fuera de las narrativas oficiales.
Su objetivo principal trasciende el relato histórico, lineal y acrítico. Va más allá de informar, que lo hace y ampliamente, se propone generar un espacio de aprendizaje y reflexión dirigido especialmente a las generaciones más jóvenes. Pretende explicar que los derechos conquistados no fueron otorgados por las élites políticas y económicas, sino que son el fruto del esfuerzo colectivo de una sociedad en efervescencia que miraba a un futuro mejor. Propone convertirse en una herramienta para inspirar un sentido de responsabilidad ciudadana en el presente, enfatizando la importancia de preservar la memoria democrática, entendiéndola en sí misma como un acto consciente de resistencia frente a las propuestas autoritarias y populistas actuales. No habla de nostalgia, sino que honra a los protagonistas de aquel pasado, invita a la ciudadanía a reflexionar sobre el papel que puede desempeñar en la defensa de los valores democráticos hoy amenazados. Alienta a imaginar la construcción de una sociedad con libertades, igualdad y justicia social.
La Modelo: ¿Hacia un espacio permanente de memoria antifranquista?
«Generacions TOP» se puede visitar en la 4ª galería de la antigua prisión Model de Barcelona. La elección de este espacio como sede no es fortuita, sino una decisión cargada de significado histórico y simbólico. Este antiguo Centro Penitenciario de Hombres de Barcelona recluyó a una población de perfiles variados, entre ellos a hombres y mujeres encarcelados por su resistencia al régimen. Inaugurada el 9 de junio de 1904, su diseño basado en el sistema panóptico representaba un ideal de control y vigilancia constante, aunque pronto demostró ser ineficaz para mejorar las condiciones de los presos, caracterizándose por la disciplina extrema, el maltrato, el hacinamiento y la falta de recursos básicos. Sin embargo, el 8 de junio de 2017, La Model dejó de ser una prisión provincial, ya obsoleta según las autoridades, para transformarse en un espacio que, entre otras actividades vinculadas a su Distrito, acoge exposiciones y eventos dedicados a preservar y reflexionar sobre la memoria democrática. Pero debido a la ausencia de un compromiso claro por parte de las instituciones, su potencial como sede de un Museo del Franquismo y la Resistencia, que a diferencia de otros países de nuestro entorno todavía es inexistente en el nuestro, permanece en el aire a día de hoy.
Una alternativa: las razones de la ciudad democrática
La exposición de la que hablamos se organiza en dos bloques de celdas dispuestas en oposición y diálogo continuo. En su lado izquierdo, nueve de sus celdas ofrecen un recorrido por las luchas de los movimientos sociales que, desde la clandestinidad o en los márgenes de la legalidad franquista, hicieron frente a la dictadura. Se habla de la razón de la ciudad democrática que para el periodista antifranquista Manuel Vázquez Montalbán no remite a una ciudad física, sino a una ciudad moral que se convierte en símbolo de un sistema y una determinada forma de organizar la convivencia. Se rinde así homenaje a la resistencia obrera, vecinal, universitaria y feminista, destacando su importancia en la construcción de un camino hacia la democracia.
El principal desafío del discurso expositivo consiste en establecer vínculos significativos entre la generación que vivió esas experiencias y las generaciones más jóvenes, facilitando un entendimiento intergeneracional de las luchas por la justicia social. El diálogo entre el pasado y el presente se articula mediante la identificación de las continuidades y rupturas que atraviesan aquellas décadas de la historia.
La precariedad laboral, una problemática central del movimiento obrero de aquellos años finales de la dictadura, encuentra resonancias evidentes en las luchas actuales. Las demandas laborales, expresadas en numerosas octavillas utilizadas en la exposición, que inicialmente surgían como reivindicaciones sectoriales, se transformaron en una lucha estructural por derechos fundamentales como el de reunión, asociación y huelga, que solo podían garantizarse mediante un cambio de régimen. No solo respondieron a necesidades inmediatas, sino que también cimentaron los principios del cambio democrático. De manera similar, el movimiento vecinal de la época contribuyó significativamente al tejido democrático. En las periferias urbanas, las demandas por vivienda digna y mejores condiciones de vida se convirtieron en el núcleo de la movilización comunitaria. Iniciativas como las manifestaciones barriales o las huelgas de alquileres, que cobraron fuerza en los años setenta, encuentran ecos en las luchas actuales por el acceso a vivienda asequible. Estas acciones se ejemplifican en la exposición mediante recursos didácticos como fuentes primarias, revistas vecinales que documentan las huelgas de alquileres, fotografías que denuncian la falta de servicios básicos en las viviendas y titulares de periódicos que relatan acciones como el secuestro de autobuses; un episodio que se ha hecho hoy popular con el estreno exitoso de la película “El 47”. El tránsito de demandas laborales y vecinales a una exigencia más amplia por una alternativa democrática evidenció cómo las luchas sociales, en su diversidad, convergieron en la necesidad de establecer un proyecto del que legítimamente formara parte la sociedad civil. En aquella etapa se planteó una agenda transformadora que incluyó la igualdad de derechos civiles y laborales, la despenalización del adulterio, el derecho al divorcio y la legalización del aborto. En este contexto se establece un vínculo más entre el pasado y el presente, con la emergencia durante aquellos años de los movimientos feministas y LGTBIQ+, conectados con la segunda ola del feminismo en España, cuyo origen se encuentra, entre otros espacios, tanto en las vocalías de mujeres como en los movimientos universitarios. Aquella agenda transformadora vivió en la Universidad de Barcelona uno de sus momentos claves: las Jornades Catalanes de la Dona, celebradas en marzo de 1976, tal como se muestra en la exposición a partir de fotografías y del cartel que le dio publicidad, ilustrado por Núria Pompeia. El movimiento LGTBIQ+ de la época, entonces limitado a lesbianas, gais y transexuales, desafió la criminalización y patologización impuesta por el régimen, reivindicando el derecho a amar y relacionarse libremente, un tema que sigue siendo objeto de debate en la actualidad. Aunque algunos de estos logros se han consolidado, el retroceso en ciertos derechos en el ámbito internacional subraya la relevancia de conocer y reflexionar sobre todas aquellas reivindicaciones.
Las luchas sociales de la Transición compartían un objetivo común: una alternativa democrática a la dictadura, la creación de un sistema que garantizara la legitimidad de la acción política en función de su capacidad para responder a las demandas ciudadanas. Ya fuera mediante la lucha contra la precariedad laboral, por el derecho a una vivienda digna o por la libre disposición del cuerpo, los movimientos sociales del franquismo convergieron en una lucha común: conquistar una democracia en la que sociedad civil organizada pudiera interpelar a los gestores de lo público en igualdad de condiciones. El legado recogido en la exposición no solo reivindica el esfuerzo colectivo del pasado, sino que también invita a reflexionar sobre las demandas del presente y su posible resolución desde la consolidación y ampliación de las libertades, en plural.
Perpetradores: ¿la impunidad un fruto amargo de la democracia?
El segundo bloque de la exposición centra su atención en los responsables directos de la represión franquista, poniendo rostro y nombre a quienes sostuvieron el régimen mediante el abuso de poder y la violación sistémica de los Derechos Humanos. Policías torturadores, magistrados y fiscales del Tribunal de Orden Público, así como los representantes de los gobiernos y las diferentes autoridades del régimen. Todos aparecen señalados como los brazos ejecutores de la represión, siendo su máxima representación el dictador Francisco Franco, cuyo rostro constituye un huésped simbólico en la última celda, representado a través de un busto hiperrealista del escultor Eugenio Merino, quien lo ha cedido generosamente para exponerlo.
Además de identificar a los victimarios, en este recorrido se describe la trayectoria de la violencia política a la que eran sometidas las personas represaliadas: desde su detención, pasando por los interrogatorios y encarcelamiento preventivo hasta su juicio en el TOP y, en miles de casos, su posterior condena. Mediante un gran número y variedad de fuentes históricas (fotografías, testimonios orales, documentos de la prisión, dibujos o elementos de reconstrucción) se trata de visibilizar la maquinaria represiva en todas sus etapas, mostrando cómo operaban los mecanismos del control social y político bajo el franquismo. Al poner en evidencia estas dinámicas, la exposición ofrece una mirada completa del sistema represor que sostuvo la dictadura. El señalamiento de los victimarios, lejos de remitir a una suerte de revanchismo o pretensión de «reabrir heridas del pasado», nace de la necesidad de salvar el vacío ético que en caso contrario se acaba generando. Si bien es fundamental apreciar y vindicar la memoria de los protagonistas de la construcción de la democracia, es igual de necesario entender qué lógicas y actitudes deberían quedar fuera de la dinámica del sistema democrático actual. La ausencia de señalamiento de responsabilidades produce que la democracia pierda la oportunidad de erigirse como un proyecto colectivo construido en las calles por gente común y, en consecuencia, en contra de los arquitectos del terror franquista. La oportunidad de señalar a los responsables, oportunidad que cada vez parece más lejana e improbable que se resuelva en el plano judicial, puede y debe ser respondida en el plano simbólico, cultural y memorial.
Dime si ha valido la pena…
Finalmente, inspirándose en los espacios democráticos que definieron los movimientos sociales de aquella época, el último ámbito de la muestra ha sido diseñado y nombrado como un «Espacio Asamblea». Un lugar que invita a los visitantes a sentarse en un círculo de sillas, evocando las reuniones comunitarias en las que se discutían estrategias y se tomaban decisiones colectivas durante el tardofranquismo. En el centro, una gran lona recuerda las pancartas que encabezaban las manifestaciones de la época, portando una pregunta: «¿Ha valido la pena?». Este espacio no es un simple recurso museográfico, sino una herramienta deliberada para fomentar el diálogo y la construcción colectiva de la memoria. En él, la Associació Catalana de Persones Expreses del Franquisme desempeña un papel activo en lo que se ha denominado
«Biblioteca Humana», en la que los miembros de la asociación comparten sus experiencias y memorias del periodo con los visitantes, en particular con las visitas escolares y universitarias organizadas, que ya son más de medio centenar. De este modo, las voces de quienes vivieron y resistieron durante la dictadura se convierten en una pieza esencial del diálogo, actuando como un puente indispensable entre la historia y la memoria, entre la exposición y la audiencia que la contempla.
De la Historia del Presente al presente de la Historia: memoria democrática y educación
«Generacions TOP. Resistir, Protestar, Conquerir» no es una narración histórica cerrada ni definitiva sobre el pasado reciente de nuestro país. Es un punto de partida, un repertorio de argumentos, un espacio de reflexión donde la ciudadanía se plantea y formula preguntas esenciales y tiene la posibilidad de encontrar algunas respuestas en la dimensión ética que propone la exposición. No se trata de una celebración acrítica de la democracia actual, sino de un reconocimiento a los colectivos que lucharon por conquistar los derechos de ciudadanía de los que hoy disfrutamos. Su relato nos recuerda que la democracia no es un punto de llegada final, sino un proceso dinámico que exige un compromiso constante por parte de la sociedad. Hoy la relación entre un capitalismo desatado y la democracia muestra que son una pareja con serios problemas. En un contexto en el que las democracias liberales enfrentan retos como el auge de discursos populistas y la desinformación, conocer la historia y recuperar la memoria del esfuerzo colectivo que cimentó nuestras libertades es más necesario que nunca. En definitiva, esta iniciativa quiere constituir algo más que la visita a una exposición que muestra rastros del pasado: es también un momento de homenaje a quienes se enfrentaron al franquismo, un recurso educativo útil y una llamada a la acción. Desde el espacio simbólico de La Modelo, se invita a pensar en torno a la idea de que la democracia no se concede ni se hereda, sino que se conquista y se defiende día a día.