El passat 18 de desembre a Madrid, el president de la nostra Associació, Carles Vallejo, va rebre el premi ALBERT CAMUS a la Memòria Viva, reconeixement que ha atorgat l’AMESDE (Asociación de la Memoria Social y Democrática) a la nostra associació (ACEPF) per la seva llarga trajectòria en la tasca de preservació de la memòria antifranquista i de lluita per les llibertats democràtiques.
A continuació us adjuntem la intervenció del nostre president Carles Vallejo:
Buenos días a todos y a todas,
En primer lugar, deseo expresar la gratitud de la “Associacio Catalana d’Expresos polítics del Franquisme”, por el Premio Albert Camus Memoria Viva, que nos habéis concedido en su primera edición junto con la asociación hermana de expresos y represaliados del franquismo y el profesor Ángel Viñas´.
Como dijo el maestro Pierre Vilar, la historia está hecha de aquello que unos quisieran olvidar y de aquello que otros no pueden olvidar y la historia de nuestras asociaciones es de las que no se pueden olvidar. La “Associació Catalana d’Expresos Polítics del Franquisme”, es una de las entidades de memoria más antiguas de nuestro país y sus orígenes y su razón de ser, se hunden en el substrato más profundo de la lucha contra la dictadura. Alguien dijo que la solidaridad con las personas represaliadas por el franquismo comenzó en las tapias de los cementerios, durante la más negra noche del franquismo, y es allí, en esa militancia, que se forjaron nuestros socios fundadores como Miguel Núñez, Tomasa Cuevas, Victòria Pujolar, Narciso Julián o Silverio Ruiz, todos ejemplo de la fraternidad catalano/madrileña.
Los miembros de las entidades memorialistas y de víctimas del franquismo a menudo nos preguntamos si todavía hoy tiene sentido continuar nuestra labor, especialmente cuando, por razones de edad, cada vez quedamos menos testimonios de la represión y de la lucha contra la dictadura. Pero después de más de cincuenta años de existencia, las mujeres y los hombres de la “Associació Catalana d’Expresos Politics del Franquisme” estamos convencidos de que es precisamente ahora, cuando es más necesaria nuestra razón de ser como a entidad. Y es que más allá de la lucha por la verdad, la justicia y la reparación, la memoria es un acto de resistencia ante las amenazas antidemocráticas en nuestro país, en Europa y en el mundo.
Porque como decía Ray Bradbury en Fahrenheit 451, ante un poder censor, la transmisión de la memoria es un acto de resistencia. Para ello no estamos solas, tenemos asegurado el relevo en las generaciones más jóvenes, que si bien no conocieron en su propia piel el franquismo, sí sus consecuencias en forma de ataques a la democracia, al estado social y la verdad histórica.
Por eso, el testimonio y la pedagogía de la memoria en los centros escolares son y ha sido uno de los ejes fundamentales de nuestro trabajo durante los últimos años. Decía Albert Camus que cada generación se cree destinada a rehacer el mundo. La mía, la generación llamada TOP, la del Tribunal de Orden Público, sabíamos que era difícil, pero con nuestra lucha en las fábricas, barrios y universidades logramos que si bien Franco murió en la cama acabamos con el franquismo en la calle.
Para finalizar mi intervención quisiera retomar una frase del partisano y sindicalista Italiano Vittorio Foa, “El pasado no nos da respuestas, pero nos permite formular mejor las preguntas”.
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