Un año después (texto en catellano)
A modo de justificación
El 28 de enero de 2020, y con motivo del Día Oficial de la Memoria del Holocausto y Prevención de los Crímenes contra la Humanidad, tuve el honor y privilegio de ser invitado a pronunciar la conferencia institucional en el Ayuntamiento de Mataró que quise titular así: Europa, 75 años después de la liberación de los campos, Fraternidad, Internacionalismo y Solidaridad.
Ha transcurrido un año, la COVID-19 ha marcado nuestra agenda material y emocional. Ha menguado una parte muy importante de nuestra memoria colectiva, la de aquellas personas que aún vivieron la proclamación de la República, la defendieron frente a los fascistas sublevados, sufrieron la derrota republicana y el exilio, se enrolaron en el combate contra el nazismo y el fascismo en los campos de Europa, y se comprometieron, con todas las consecuencias en las luchas por las libertades y los derechos sociales durante la larga dictadura franquista. A esta generación debemos su contribución a la posibilidad de disponer de una Constitución y el ejercicio de los derechos democráticos.
Pero como recordaba Francisco Tomás y Valiente “hemos hecho en este país la transición a la democracia sobre la bisagra de una reforma cimentada en el silencio y la ruptura de la espiral de venganza. Así había que hacerlo y no hay que arrepentirse de ello. Pero del silencio al olvido y la ignorancia solo hay dos pasos y sería pernicioso que muchos los dieran”. Las faltas del General Superlativo, en Historia Contemporánea, nº 9.
También se han agitado en los últimos meses consignas que parecían desterradas de nuestro solar común “hay que fusilar a 26 millones de españoles”, una expresión más, y no es la única, de las derechas que nunca denunciaron ni condenaron el golpe militar y la dictadura fascista. Llamando, incluso desde las tribunas que les brinda el sistema democrático, a derrocar el Gobierno progresista de coalición formado por el PSOE y UP. Los conspiradores de “La operación Albatros” y sus instigadores no han cesado en su intento desde hace un año. Las imágenes de los partidarios de Trump asaltando el Capitolio de Washington, indica que el virus del fascismo, en sus distintas y variadas formas, constituye una amenaza latente.
Por ello es imprescindible disponer de una auténtica Ley de Memoria Democrática que permita explicar la historia reciente y consolidar los valores democráticos en las escuelas y en los cuarteles. Por imperativo democrático.
También he querido añadir una referencia a Helios Gómez, fruto de la exposición Días de Ira que se puede ver en el Palau de la Virreina hasta el siete de febrero de 2021. Un eslabón más para agregar al testimonio pictórico de la represión de la comunidad gitana que hace un año quise personificar en Ceija Stojka.
Domènec Martínez, Terrassa, enero de 2021
(Sala de plenos Ayuntamiento de Mataró, 28 enero de 2020)
Quiero agradecer muy sinceramente esta oportunidad de compartir algunas reflexiones en nombre de l’Associació Catalana d’Expresos Polítics del Franquisme, en el marco del Día de la Memoria del Holocausto y de la Prevención de los Crímenes contra la Humanidad.
En este año 2020, nuestra asociación también quiere recordar los 50 años de su actividad, así como la importancia de preservar la memoria republicana y antifascista en los campos de Europa con motivo del 75 aniversario de la liberación de los campos de exterminio nazi.
Por esta razón el título de esta conferencia incorpora una invocación nada inocente. Consta de tres bloques y un epílogo final.
- La guerra de España, y sus implicaciones internacionales, preludio de la guerra europea. El holocausto español.
- La persecución y genocidio de la comunidad romaní, la comunidad gitana. La gran olvidada.
- La lucha por la memoria y los valores antifascistas en Europa, hoy cuestionados por los populismos y conservadurismos nacionales.
- Epílogo: Más Europa, de acuerdo con los principios fundacionales: más social, más solidaria, una Europa federal.
Primero de todo. La guerra de España, 1936/1939, constituye el preludio de la II Guerra Mundial. Dimensión internacional.
El 19 de julio del año 1936 Barcelona se preparaba para iniciar la Olimpiada Popular. Una réplica de los Juegos Olímpicos de Berlín que Hitler quería convertir, 15 días más tarde, en un escaparate del nazismo, el militarismo y las leyes de discriminación racial. Para esa fecha ya habían llegado a Barcelona centenares de deportistas procedentes de diferentes países de Europa. Aspiraba a convertirse en la capital del mundo antifascista. Un grito en favor de la paz en el mundo, la igualdad de las personas y la diversidad cultural de la humanidad.
Hagamos un poco de retrospectiva. Con la llegada de Hitler al poder durante los años 30, y la instauración del régimen nazi, comienza la gran tragedia y la devastación en Europa con trágicas repercusiones mundiales. También lo fue para nosotros.
La II República española se instaura (abril de 1931) en un clima de grandes dificultades internas y unas circunstancias internacionales muy desfavorables. La crisis económica de los años 30 y la ascensión de los regímenes totalitarios: Mussolini en Italia y Hitler en Alemania, dificultan la voluntad de los gobiernos republicanos para hacer las transformaciones democráticas y sociales que se consideraban indispensables.
Hoy sabemos, por las recientes investigaciones del catedrático Ángel Viñas, del papel de estas potencias internacionales en los preparativos del golpe de estado y de la guerra desde el año 1934. Conspiradores españoles y representantes de la Italia fascista firmaron diferentes acuerdos de apoyo al golpe militar contra el régimen republicano.
¿Qué es lo que transforma un golpe de estado fracasado el julio de 1936 en una larga lucha fratricida? En resumen. El contexto internacional.
El golpe militar fracasa en las grandes ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao. En la península el gobierno republicano controla la situación en muchas de las principales ciudades. También se mantienen leales a la República una gran parte de los militares, muchos de ellos pagarán con su propia vida la lealtad en la defensa de la legalidad republicana.
Sin la intervención de Alemania e Italia no hubiese habido una guerra, pues el alzamiento fascista de una parte del ejército había fracasado en gran parte de las capitales de la península, únicamente había triunfado claramente en el Marruecos español. Hitler y Mussolini facilitaron los aviones de transporte para organizar el puente aéreo de las tropas regulares marroquíes y de la Legión, comandadas por Franco.
Hay que erradicar la visión interesada de que la llamada Guerra civil fue una confrontación entre dos bandos, los rojos y los nacionales. Absolutamente falso. Hubo un gobierno legítimo, el de la II República, con todas sus insuficiencias y también errores, y por otra parte, un golpe militar, diseñado por Emilio Mola y protagonizado por los militares africanistas, con el apoyo de las tropas y material de combate internacionales: las de Hitler y las de Mussolini. Todo ello formaba parte del mismo complot internacional contra la II República.
Si en Europa las derechas y las corporaciones capitalistas más reaccionarias vieron al partido nazi como un instrumento útil para barrar el paso a las demandas y los conflictos sociales, aquí la alianza de intervención de las fuerzas oligárquicas y caciquiles se canalizó a través de los militares golpistas, utilizando como voceros y fuerza de choque a algunos partidos como la Falange, muy violentos, aunque de escasa representación electoral. El paralelismo entre el nazismo y el fascismo en Alemania, Italia y España, como instrumentos al servicio de los intereses del capitalismo son evidentes.
George Orwell en un texto de 1942, Recordando la guerra de España, afirmaba: “El odio que la República Española suscitó en millonarios, duques, cardenales, playboys, espadones, entre otros, ya sería suficiente para saber qué se estaba cociendo. En esencia fue una guerra de clases. Si se hubiese ganado, se habría fortalecido la causa de la gente corriente en todas partes, pero se perdió, y los inversores de todo el mundo se frotaron las manos. Esto es lo que sucedió. El resto no son más que fuegos artificiales. […] El resultado de la Guerra de España se determinó en Londres, en París, en Roma, en Berlín, pero no en España. […] Los fascistas ganaron porque eran más fuertes: tenían armas modernas y los otros no. Ninguna estrategia política habría compensado este factor.”
La República sufrió el bloqueo internacional como consecuencia de un acuerdo injusto impulsado por Francia y Gran Bretaña preconizando la “No intervención” en la guerra, es decir la prohibición de suministrar armamentos a ninguna de las dos partes, bajo el pretexto de apaciguar los impulsos expansionistas de Hitler. Como es sabido equivalía a abandonar a su suerte al gobierno legítimo de la II República.
Alemania trasladará a España 20.000 soldados y toda la Legión Cóndor, su aviación más moderna (700 aviones), acabada de diseñar y que se estrenará aquí convirtiendo a España en un escenario o banco de pruebas militar, un ensayo útil (los bombardeos sobre ciudades) para actuar posteriormente en la II Guerra Mundial. Italia aporta los famosos Savoia, los aviones responsables de los bombardeos de Barcelona, Tarragona y muchas otras ciudades del Mediterráneo, también 80.000 combatientes, que por cierto, son los que ocuparon ciudades como Terrassa o Barcelona en enero de 1939. Hay que añadir los 80.000 mercenarios marroquíes como fuerza de choque del ejército franquista y los 16.000 soldados del régimen de Salazar (Portugal). En resumen: más de 190.000 soldados extranjeros participaron junto a Franco. Cuatro veces más que los que vinieron a defender la República.
“Se trató de una guerra internacional por interposición entre las dos potencias agresoras (Tercer Reich y la Italia fascista), una potencia a la defensiva y en búsqueda del reforzamiento de la seguridad colectiva contra el fascismo (Unión Soviética) y los países sedicentemente no intervencionistas, encabezados por el Reino Unido, Francia y Estados Unidos, pero en el fondo más o menos hostiles a la República. Entre los restantes, únicamente México la ayudó. El tópico de que los republicanos gozaron de una superioridad en cuanto a apoyos exteriores, es rigurosamente falso.“ Lo dice el catedrático Ángel Viñas. El combate por la historia. La República, la Guerra Civil, el Franquismo. Pasado & Presente, Barcelona, 2012
Es cierto que para ayudar a la República se organizaron y participaron las Brigadas Internacionales, también llegaron asesores militares soviéticos y material de combate. “Más de treinta y cinco mil voluntarios de sesenta países acudieron a defender la democracia frente a las tropas de Franco, Hitler y Mussolini. Desorganizados y mal equipados (…) estos apasionados combatientes por la libertad venían de toda Europa, de China, de África, del continente americano para unirse a la causa de la República”, afirma Giles Tremlett en su reciente ensayo: Las Brigadas Internacionales. Fascismo, libertad y la Guerra Civil Española, (aparecido en el 2020 y cuya reseña he querido añadir en esta versión en castellano.) Las BI se retiraron en octubre de 1938, como recordamos cada año en forma de homenaje, en el barrio de El Carmel de Barcelona.
Este episodio, único en el mundo de solidaridad y fraternidad, explica también como la Guerra de España adquirió una dimensión europea e internacional. “Aquellos voluntarios creían que combatir en la defensa de la II República española era luchar por la supervivencia de la democracia y de la civilización frente a los ataques del fascismo”. Escribiría Paul Preston en Idealistas bajo las balas. Debate. 2007.
Mataró y su hospital donde se recuperaban los brigadistas heridos ha inspirado algunas historias de amor, como la de la enfermera María Sans y el brigadista sueco Stig Bergreen que hemos podido ver en la obra de teatro Una nueva primavera. “Simbolizan la solidaridad entre los pueblos y la esperanza en la condición humana”, se lee en el programa “Más allá de las trincheras (1936-1939), fotografías de Alec Wainman”, que se exponen actualmente en el Museo de Mataró.
Miles de hombres y mujeres llegaron como voluntarios y también como refugiados y expulsados de sus países, víctimas de la persecución del fascismo y el nazismo. Llegan a España para defender la II República. Muchos de ellos se reencontrarán más tarde en los campos de batalla de Europa y también en los campos de exterminio nazi. Pero no olvidemos que todo comenzó en España.
Muchos de estos brigadistas llegaron a Barcelona en bicicleta, como los galeses o los hermanos Nielsen, daneses. Una historia que nos cautivó recientemente en Copenhague, al descubrir la solidaridad y la fraternidad que se conserva y transmite en una placa o en un monumento sencillo. Vuelvo a reivindicar la importancia de los itinerarios locales de memoria, como las trazadas por las placas, las stolpersteine, en construcción permanente, recordando a las personas que murieron en los campos. Es una memoria muy viva. Por esta razón las derechas neofascistas o fascistas lo primero que hacen es desmontar, arrancar o violentar las placas de la memoria republicana y antifascista.
Guerra de exterminio y represión en España
Siguiendo este hilo argumental, citaré algunos ejemplos que ayudan a entender como la política de terror que se aplicó en Alemania a finales de los años treinta, tiene unos antecedentes previos muy relevantes en España.
Es necesario recordar las instrucciones del general Emilio Mola, principal organizador de la conspiración, de aquel 19 de julio de 1936: “Hay que sembrar el terror… hay que dejar la sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros”.
El general Gonzalo Queipo de LLano que dirigió el golpe militar y la represión en Andalucía lo aplicó a rajatabla. En 15 días, a finales de julio de 1936, llenó de fosas su territorio con más de 50.000 personas asesinadas. Los restos del general todavía continúan en la basílica de la Macarena, vulnerando la Ley de Memoria Democrática de Andalucía del 2017. Conviene repetirlo: únicamente en Andalucía se encuentran actualmente más de 100 fosas abiertas como consecuencia de aquella masacre. No fue el único en aplicar el terror en las zonas que no entraron en guerra. El mapa de fosas con cerca de 120.000 víctimas en las cunetas constituye un símbolo de la barbarie, sin precedentes, hasta el Holocausto y las víctimas de la II Guerra Mundial.
Preparando estas notas he consultado algunos de los libros clandestinos que a finales de los años 60 nos llegaban desde París. Entre ellos La España del siglo XIX, y la España del siglo XX, de un autor que Pablo Morales y otros veteranos seguramente conocen. Manuel Tuñón de Lara, historiador, miembro de las JSU, internado en diferentes campos de concentración y posteriormente exiliado en Francia, era nuestro historiador de cabecera. Decía cosas como estas: “Comenzó la sublevación por el procedimiento de liquidar físicamente a los enemigos. No es posible hacer aquí una descripción de las matanzas que tuvieron lugar durante las primeras semanas de la guerra. Bastará con apuntar sus rasgos esenciales y su carácter. (…) La sublevación fue acompañada de medidas draconianas: detenía la Guardia Civil, detenía la policía, detenía Falange, detenían los requetés y todos ejecutaban. Se asesinaba no sólo a los gobernadores civiles, a los diputados, a los alcaldes de partidos de izquierda, sino a sus empleados, a los que habían sido interventores del Frente Popular en las elecciones y, en muchos casos, a sus familiares, a los que se conocía por sus opiniones de izquierda, por su actividad sindical, etc. Se trataba de la eliminación radical de todo enemigo incluso en potencia. Un movimiento que no contaba con la mayoría de la población debía servirse del terror como arma valiosa, que sin duda lo fue.”
Hoy conocemos muchas más cosas. Disponemos de nuevas investigaciones y estudios locales y territoriales, multitud de historias de vida que los nietos y las nietas van reconstruyendo. Las mismas fosas comunes proporcionan nuevas historias singulares cada día. Un mosaico de objetos personales y de muchas piezas que conforman un paisaje emocional y patrimonial que hemos de saber preservar.
Los datos son escalofriantes, por su dimensión y crueldad. Al finalizar la Guerra se dictaron más de 100.000 penas de muerte, 25.000 se ejecutaron. En Cataluña más de 3.000 entre 1939 y 1953. Un millón de personas fueron detenidas e internadas en prisiones y campos de concentración, centenares de miles huyeron al exilio, las depuraciones y las inhabilitaciones fueron masivas. Una tragedia de enormes proporciones.
La represión del nuevo régimen adquirió tal magnitud que la historiadora Helen Graham ha calificado al franquismo como un régimen que estaba en guerra con su propia población. Esta catedrática de Historia de España en la Universidad de Londres, y autora de Breve historia de la guerra civil, publicado el año 2006, analiza cómo se produjo el golpe militar de 1936, la escalada de la guerra y también como las grandes potencias determinaron el resultado. La autora presenta las confrontaciones fratricidas europeas de los años 30 y 40 como una expresión de las luchas entre la “cultura urbana y la sociedad rural, la ética humanística versus los valores religiosos, los autoritarismos frente a la democracia, el surgimiento de “la nueva mujer”, y los conflictos intergeneracionales.”
En el año 2011, Paul Preston escribió un libro (España, 1936-1945, Una guerra de exterminio), en el que afirmaba lo siguiente: “Durante la Guerra Civil española, cerca de 200.000 hombres y mujeres fueron asesinados lejos del frente, ejecutados extrajudicialmente o tras precarios procesos legales, y al menos 300.000 personas perdieron la vida en los frentes de batalla. Un número desconocido fueron víctimas de los bombardeos y los éxodos que siguieron a la ocupación del territorio por parte de las fuerzas militares de Franco. En el conjunto de España, tres la victoria definitiva de los rebeldes a finales de marzo de 1939, alrededor de 20.000 republicanos fueron ejecutados. Muchos más murieron de hambre y enfermedades en prisiones y campos de concentración, donde se hacinaban en condiciones infrahumanas. Otros sucumbieron a las duras condiciones de los batallones de trabajo. A más de medio millón de refugiados no les quedo más salida que el exilio, y muchos perecieron en los campos de concentración de internamiento franceses. Varios miles acabaron en los campos de exterminio nazi. Todo ello constituye lo que a mi juicio puede llamarse el “holocausto español”.”
Carlos Hernández de Miguel, en su monumental libro (Los Campos de concentración de Franco. Ediciones B, 2019), nos explica con gran detalle la dimensión de la represión (300 campos y entre 700.000 y un millón de personas pasaron por recintos de concentración franquista). También ha reconstruido la tipología de espacios (siguiendo la estrategia del terror de detener a cualquier persona que no pensara como ellos) que se habilitaron para encarcelar a las personas detenidas. Entre ellas las Cocheras (donde se guardaban los tranvías) en Valladolid, convertida en prisión y por donde pasaron miles de personas, una de ellas fue mi abuelo Crotato Martínez.
Resulta igualmente estremecedor el papel y la legitimización de la Iglesia oficial bendiciendo la “Santa Cruzada”, y los crímenes y represión de la dictadura. Todo ello a cambio de privilegios, patrimonio y una posición dominante en los centros educativos, cuyas secuelas todavía perduran en algunos ámbitos.
Unos antecedentes que explican uno de los rasgos más brutales de la dictadura. La depuración, represión y asesinato de los maestros y de las maestras republicanas. Recordad aquella frase de don Gregorio, el maestro republicano de La lengua de las mariposas, interpretado por Fernando Fernán Gómez. “En el otoño de mi vida, yo debería ser un escéptico. Y en cierto modo lo soy (…) Pero de algo estoy seguro: si conseguimos que una generación, una sola generación, crezca libre en España, ya nadie les podrá arrancar nunca la libertad. Nadie les podrá robar ese tesoro.”
Si alguna cosa hizo bien la República fue la formación de maestros, dignificándolos. “El maestro será el alma de la escuela”, “La escuela debe estar en medio de la vida, y esta, a su vez, debe penetrar entera en la escuela”. Coeducación, laicismo, escuelas rurales, maestras republicanas, y la ley del divorcio, la entrada y presencia de las mujeres en el ámbito académico y público: concejalas, alcaldesas, diputadas, ministras.
En la Pedraja, la gran fosa de republicanos fusilados en el año 1936, apareció en el verano del año 2010 en Buñuelos de Bureba (Burgos), los restos del maestro Antoni Benaiges, de Mont-Roig del Camp (Tarragona), que se ha convertido en un símbolo de amor a la escuela republicana. Una memoria oculta durante 74 años, que se ha rescatado en forma de libros, versos y canciones, y también exposiciones como “Desenterrando el silencio”, producida por el Casal de Barri Les Esmendies de Mataró. Muchos de nosotros conocimos por primera vez la historia de este maestro que prometió a sus alumnos que irían a conocer el mar. Hace poco más de una semana en un acto memorialista en Madrid, con ADESME y Salvemos Carabanchel, Sergi Bernal y Sebastián Gertrúdix, nos presentaron El mar será… Una lectura obligada en las escuelas.
Regresando de nuevo a nuestro litoral encontramos más huellas de la memoria que debemos cuidar y preservar. El Camp de la Bota, donde fueron ejecutadas más de 1.700 personas. Donde ahora se ha proyectado en forma de gran parque el Bosc d’Empremtes. También la Model deberá servir como referente para mantener viva la memoria de las luchas sociales y democráticas, complementándose con el espacio de la Presó de Dones de les Corts y de la Trinitat. Al que deberemos añadir el edificio comisaria de “Vía Laietana”, todos ellos espacios referenciales para incentivar la investigación y seguimiento de los testimonios y las personas que sufrieron la barbarie de la dictadura.
Quiero cerrar este capítulo añadiendo una referencia más que nos ayuda a comprender mejor la razón por la cual se convirtió en la dictadura más longeva y cruel de Europa.
Como es conocido las SS y la Gestapo ayudaron a diseñar la Brigada Política y Social, ahora se ha sabido, además, que también sus unidades fueron adiestradas por la CIA, cuando Franco ya formaba parte del bloque occidental.
“La Gestapo tenía especial interés en repatriar a los judíos, comunistas y socialistas alemanes que habían combatido en las Brigadas Internacionales y habían acabado capturados por las fuerzas de Franco”, nos explica el historiador Paul Preston. En contrapartida, “el agregado de la Gestapo en la embajada alemana en Madrid, Paul Winzer, dirigió un programa de instrucción para la policía política de Franco. Se dedicó a ello, en varios puntos de la geografía española, al parecer hasta 1944.”
Quizás convenga recordarlo a las nuevas generaciones. Con el objetivo de perseguir el comunismo y la masonería, la BPS tenía carta blanca para practicar, sin control judicial, detenciones indefinidas y torturas, intercepción de correspondencia, escuchas y seguimientos. Cuando era preciso fabricaba imputaciones para detener aquellas personas sospechosas contra las cuales no había obtenido evidencias inculpatorias. Su misión era inequívoca: la muerte civil o física de los enemigos del régimen. La democracia no disolvió esta Brigada hasta el año 1986. Sus sicarios nunca fueron depurados, y menos juzgados por sus ominosos actos.
Juan José del Águila publicó en año 2001: El TOP. La represión de la libertad (1963-1977), donde el autor afirmaba: “La pesada bóveda del poder coactivo del Estado, que protegía al régimen franquista, descansaba en la sencilla clave formada por los cerrados arcos de la represión jurídica y la violencia institucional”. Gregorio Peces-Barba escribió en el prólogo: “El TOP fue un instrumento más de la dictadura contra nuestra libertad y nuestra dignidad”, añadiendo: “Este libro recupera una parte de nuestra memoria histórica que las jóvenes generaciones desconocen”. Actualizando estas notas se anuncia la presentación en Madrid (15 de enero) de la nueva versión actualizada.
Segundo. La persecución y genocidio de la comunidad romaní, la comunidad gitana. La gran olvidada
La persecución gitana es una de las más desconocidas del horror nazi, aunque su discriminación y hostigamiento empezó mucho antes. Es un acierto que este año el Ayuntamiento y el Grup de Recerca de la Memòria Històrica de Mataró dediquen esta jornada a restituir la memoria de la comunidad gitana. Una hostilidad y sufrimiento no conocido y estudiado suficientemente.
Algunos antecedentes. En el año 1909 la policía de Alemania propuso que las personas gitanas fuesen marcadas a fuego para facilitar su identificación. En el año 1920 los doctores Karl Binding y Alfred Loche sugirieron que la población gitana fuese esterilizada y eliminada. Propuesta recuperada más tarde por Hitler. En 1934 se pone en práctica la legislación nazi contra los gitanos. Esterilización y castración en los campos de concentración de Dachau, Dieselstrasse, Mahrzan y Vennhausen. Más tarde también fueron deportados a otros campos como los de Bergen-Belsen, Buchenwald, Mauthausen y Sachesenhausen. En 1936 los gitanos pierden su derecho de ciudadanía y los niños no pueden entrar en las escuelas. Con Hitler en el poder la población gitana en el continente fue exterminada de forma sistemática. Entre 250.000 personas y más de 500.000, según las fuentes, perdieron la vida. Los gitanos fueron, numéricamente, el segundo colectivo más castigado por las leyes raciales nazis. Al finalizar la II Guerra Mundial, entre un 25% y un 50% de los romaníes, es decir de la población gitana en Europa, que antes de la guerra era de un millón de personas, habían sido asesinadas. Después sufrieron también el olvido, la injusticia i la inmoralidad internacional. (Como sucedió también con los hombres y mujeres homosexuales perseguidos y asesinados). Ningún superviviente ni testimonio del Porrajmos, fueron convocados a los procesos de Núremberg. Durante muchos años la justicia democrática obvió esta tragedia. El pueblo gitano tampoco recibió ninguna indemnización. El año 1950, cinco años después de la caída del nazismo, el Gobierno federal alemán resolvió que las medidas adoptadas en año 1943 eran medidas legítimas de Estado. Los romaníes no tenían ningún derecho a restitución.
El testimonio de Ceija Stojka
El racismo contra los gitanos continuó después de la II Guerra Mundial, y persiste en muchas de las sociedades que conforman hoy Europa. Estigmatización y discriminación estructural. Por esta razón muchas de las personas gitanas que pasaron por los campos no se atrevieron a reivindicar su condición de víctimas, pensando que hacerlo les reportaría más problemas que beneficios.
Ceija Stojka, austriaca, rompió este silencio haciendo público su testimonio personal y familiar, y la del pueblo gitano como colectivo. Lo hizo cuatro décadas más tarde mediante un libro autobiográfico Vivíamos en aislamiento. Las memorias de una gitana-romaní, que se publicó el año 1988. En paralelo Ceija Stojka empezó a desarrollar de manera autodidacta su obra pictórica. Un retrato de los momentos felices con su familia y la vida al aire libre antes de la llegada de los nazis, también del horror de los campos de concentración y de exterminio. Se trata de un trabajo documental, personal y colectivo de una gran dimensión testimonial y poética. La cineasta e investigadora Karin Berger realizó un documental extraordinario sobre ella en el año 1999. Historia y memoria de una niña que llegó a Auschwitz-Birkenau con 11 años y que fue tatuada con el número Z6399, una marca que la identificaba como romaní. Trasladada después a Ravensbrück, hasta acabar en Bergen-Belsen, donde las tropas aliadas la liberaron en 1945. La encontraron rodeada de cadáveres y llevando en la piel la experiencia traumática, y los recuerdos de la muerte y la violencia extrema. Un dolor que tardó 40 años en exteriorizar.
En temas de memoria, los españoles y los catalanes, no somos los únicos que llegamos tarde. Hubo que esperar hasta la década de los años 70 para que las minorías austriacas empezaran a reivindicar los derechos reconocidos en la constitución de 1955. En este contexto la publicación de la biografía de Ceija Stojka, relatando la persecución de su familia y la vida en los campos de concentración, causaron una gran conmoción, también animaron a los romaníes más jóvenes a reivindicarse. Todo ello dio lugar a la fundación de la primera Asociación de romaníes austriacos en el año 1989.
Un apunte y una invitación vehemente a toda la familia y comunidad gitana hoy presente, y muy especialmente al Sr. Joan Ferrer Pubill, para ir a Madrid, si todavía no lo han hecho, para ver Esto ha pasado, la obra que testimonia la persecución y el genocidio de la comunidad gitana, con trabajos de escritura, dibujos, pinturas y documentales de gran sensibilidad y calidad artística que no os dejarán indiferentes. Hasta el 23 de marzo en el Museo Reina Sofía.
Tercero. La lucha por la memoria y los valores antifascistas en Europa, hoy cuestionados por los populismos y conservadorismos nacionales
Muchas de aquellas personas republicanas que pasaron por las playas de Argelès, que se integraron después en el combate contra el nazismo en Europa, y que incluso sobrevivieron a los campos de deportados, continuaron la lucha en España contra la dictadura. El precio fue muy duro, muchos de ellos se dejaron la vida. Como hemos recordado recientemente en Sant Mateu de Bages, donde están enterrados una decena de guerrilleros, todavía sin nombre.
En los años 50 se inicia con virulencia la Guerra Fría. El antifascismo muy nutrido y protagonizado por formaciones resistentes y comunistas, debía ser substituido por el anticomunismo. Franco formaba parte de los nuevos intereses geopolíticos, era un dictador, pero servía bien a la nueva causa del anticomunismo. Obtuvo el reconocimiento internacional del gobierno de los Estados Unidos, bases y ayuda militar (1947/1951). En el año 1953 el Estado español y el Vaticano firman el Concordato, confesionalidad del Estado, eliminación de cualquier pensamiento de signo liberal o progresista, y carta blanca para el adoctrinamiento en las escuelas. En todas las aulas la imagen de Jesucristo entre Franco y José Antonio. Con el apoyo, por supuesto, de las fuerzas económicas, financieras y patronales que rindieron pleitesía a la dictadura (agradecidas por la eliminación y persecución de partidos y sindicatos de clase y democráticos). El régimen duró 40 años y murió matando. Es bueno recordarlo ahora, aniversario de aquellas jornadas, días terribles de enero de 1977. Han pasado 43 años. Algunos de nosotros tenemos una edad y también memoria. La Asociación (ACEPF) y el Memorial Democrático, creado en el año 2007, queremos contribuir a que la historia reciente y la memoria de la luchas por las libertades sean útiles hoy en la defensa de las instituciones y los valores democráticos.
Por esta razón, ahora, 75 años más tarde de la liberación de los campos (donde fueron a parar más de 9.000 hombres y mujeres republicanas, y de donde regresaron con vida poco más de 2.000), vemos con preocupación como en diferentes países: Hungría, Polonia, Chequia, Eslovaquia, el llamado grupo de Visegrad, con el refuerzo y apoyo de los países bálticos (¡que forman parte de la Unión Europea!), esconden bajo la alfombra del nacionalismo xenófobo e identitario, la resistencia antifascista y blanquean el colaboracionismo de sus gobiernos con el Tercer Reich. En muchos de estos países se banaliza la existencia de los campos y se destruyen los monumentos que recuerdan a los antifascistas que vinieron a España con las Brigadas Internacionales. Lo hemos visto recientemente en Croacia (beatificando criminales de guerra), y en otros países de la antigua Yugoslavia, donde se intenta borrar la memoria partisana y de resistencia contra las tropas de Hitler.
Otros ideólogos se han atrevido a ir más lejos intentando justificar este feroz anticomunismo. Así se evidencia en la resolución del Parlamento Europeo del 19 de septiembre de 2019, equiparando nazismo y comunismo. Un cajón de sastre que sirve para no mencionar el fascismo, ni el franquismo, ni el salazarismo, ni la dictadura de los coroneles griegos. Olvidando también el papel determinante de la Unión Soviética en la derrota del nazismo en Europa y el elevado coste que sufrió en vidas humanas: 20 millones de personas. Se ignora, igualmente, que antes del inicio de la IIGM la Unión Soviética fue el único Estado (además de México) que ayudó a la II República española. Un olvido nada inocente: se trata de ignorar las luchas y las resistencias contra el fascismo y el nazismo en Europa, y el combate por las libertades y la defensa de los derechos sociales en España, Grecia y Portugal, contra sus dictaduras, donde los partidos comunistas, conjuntamente con otras fuerzas progresistas, jugaron un papel determinante en la conquista y la consolidación de las libertades democráticas. En nuestro caso, España, con una contribución decisiva por parte de los comunistas para hacer posible la Constitución de 1978, como se ha recordado recientemente en el debate de investidura del nuevo gobierno progresista.
Este revisionismo y negacionismo se ha manifestado también con virulencia extrema en nuestro país. Las derechas más radicales y de corte fascista empezaron expandiendo calumnias obscenas sobre las Trece rosas, y han seguido profanando y destruyendo memoriales democráticos, negándose a secundar resoluciones sobre deportados a los campos nazis. Han iniciado una campaña histérica contra la escuela pública de gran calado y contra cualquier intento de aplicar la (modesta e insuficiente) Ley de memoria histórica del 2007. Califican de Gobierno ilegítimo al nuevo gobierno de coalición y de mayoría de izquierdas, y difunden calumnias y mentiras en las redes sociales, los platós y las tribunas. Poca broma, es la misma retórica que hicieron servir los conspiradores y los golpistas contra la II República.
¡Enorme diferencia y distancia con las fuerzas conservadores europeas con cultura democrática! Ángela Merkel, la canciller de Alemania visitó Auschwitz el pasado mes de diciembre. Era la primera vez en 14 años de mandato, pero su presencia fue un acto de afirmación contundente: “Recordar los crímenes, citar a sus autores y homenajear a las víctimas es una responsabilidad que no se acaba nunca”.
El juramento de los supervivientes de Mauthausen nos interpela más que nunca. ¡Nunca más, en ningún lugar, contra nadie!
Los pocos que sobrevivieron a aquella pesada carga de ascenso y descenso a los infiernos, los 186 escalones, dejaron claro que ni la diversidad de las lenguas, ni los orígenes sociales, de raza, religión o de creencias, ni la procedencia, constituyeron ningún obstáculo formal. Les salvó el ejercicio de la fraternidad, la cooperación y la solidaridad.
En estos tiempos revueltos la memoria no puede ser un recurso florido ni tampoco un relato interesado para otras causas. Es un instrumento colectivo indispensable para actuar preventivamente ante el resurgimiento de los nuevos fascismos, intolerancias y odios que fracturan y amenazan la convivencia en Europa.
Cuando hoy recordamos los nombres de los mataronenses asesinados en los campos nazis estamos haciendo un acto de memoria y de justicia. Sin distinciones. Es un acto de hermandad que significa fraternidad. Debemos agradecer la implicación de nuestras instituciones democráticas, el trabajo de las escuelas, la red Nunca Más, fundamental, y el trabajo del Grupo de recerca de Mataró, para transmitir a las nuevas generaciones este legado y la huella de nuestra memoria colectiva. También deberemos ser exigentes con el nuevo Gobierno de progreso, más sensible a las políticas de memoria. Nos jugamos mucho, algo más que el conocimiento de la historia. La memoria democrática constituye hoy un grito contra la intolerancia y los odios contra los otros, y un clamor a favor de la paz, nuevamente amenazada, la justicia social, y los derechos de las personas y sus diversidades. Nos jugamos la democracia.
Epílogo: Más Europa, de acuerdo con los principios fundacionales: más social, más política, una Europa federal
Quiero terminar esta intervención apelando al proyecto fundacional europeísta, el que nace del antifascismo y de la defensa del Estado del bienestar. El proyecto de una Europa libre y democrática, federal, integrando todas las diversidades.
Deseo hacerlo recordando a una de las personas inspiradoras y comprometidas con esta idea de Europa: la figura de Altiero Spinelli. Militante comunista y antifascista condenado en el año 1927 a 16 años de cárcel por Mussolini. Fue el protagonista en la redacción del Manifiesto de Ventotene, la isla en la que estaba deportado, y que escribió en un papel de fumar en el año 1941. Es un texto que circuló clandestinamente por la Resistencia italiana hasta convertirse en una referencia para la construcción de un proyecto europeo, democrático y federal. Un proyecto ambicioso, capaz de superar los peligros disgregadores de los nacionalismos que querían convertirse en nuevos estados nación, el imperialismo capitalista, los estados totalitarios y las guerras mundiales. Este Manifiesto proclamaba la emancipación de la clase obrera y la mejora de las condiciones de vida. Redistribuyendo la riqueza. El principio de igualdad de oportunidades, y la laicidad. Menos soberanía de los estados y más organizaciones y gobiernos supranacionales. ¡Spinelli lo escribió hace 80 años!
Este texto inspiró el Movimiento Federalista Europeo, impulsado por Spinelli en Milán el año 1943. Spinelli es considerado, por tanto, uno de los padres fundadores de la Unión Europea. Fue miembro de la Comisión Europea el año 1970 y eurodiputado en el primer Parlamento Europeo el año 1979. España no entró nunca en la Comunidad Europea, durante la dictadura de Franco (a pesar de los enormes esfuerzos diplomáticos desplegados), por la fuerte personalidad antifascista de personas como la de Altiero Spinelli.
En bien cierto que el mundo ha cambiado. Catalunya, España y Europa, de la formamos parte, también. No queremos olvidar de dónde venimos. Pero queremos ir más lejos. Por esta razón, hoy, 75 años después de aquel grito de ¡Nunca más! necesitamos un nuevo impulso para renovar el proyecto europeo “que deje atrás las reclamaciones mezquinas e ilusas de interés nacional”. Así lo formulaba Giorgio Napolitano, también luchador antifascista y Presidente de la República de Italia, en el año 2006. Una UE que aborde los temas de la justicia, la democracia, los derechos humanos, la paz, las políticas de bienestar y de emergencia climática, los cambios tecnológicos y digitales, con una nueva ambición. Con un mayor protagonismo de su ciudadanía y reforzando la cooperación y la solidaridad con una visión planetaria.
Sí, debemos ser exigentes, los retos son globales. Para gobernar el mundo de hoy, plural y diverso, necesitamos un nuevo internacionalismo del siglo XXI, abarcando y abrazando una nueva dimensión de la madre Tierra, la patria de la humanidad.
Domènec Martínez, sociòleg. ACEPF (Associació Catalana d’Expresos Polítics del Franquisme)
Mataró, 28 de enero de 2020
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