Por Carles Vallejo, President de ACEPF
Atestado policial:
José Carlos Vallejo Calderón fue sorprendido y detenido por la dotación de un coche patrulla de la policía gubernativa el día 17 de diciembre de 1970 a las 7 horas de la mañana a la salida de su domicilio de la calle Espronceda 1971.
El citado individuo se resistió a la autoridad en un forcejeo con intento de fuga que causó lesiones a dos funcionarios del cuerpo.
Una vez inmovilizado se han encontrado en su haber dentro de un macuto de lona de color verde: 4 paquetes de octavillas envueltas en papel de periódico, cuyo texto es una poesía que refiere a 6 clavos y que está firmada en Roma el 9 de diciembre de 1970 por un tal Rafael Alberti
Se procede a trasladar el detenido a las dependencias de la Jefatura Superior de Policía de Barcelona.
Primera paradoja: Ser detenido y encarcelado por una poesía.
Esto es lo que me sucedió un 17 de diciembre de hace cincuenta años.
La detención fue el preámbulo de lo que me esperaba, la entrada en el túnel del terror de la jefatura de vía Laietana, 20 días y 20 noches de aislamiento, torturas y humillaciones.
Segunda paradoja: Ansiar ir a la cárcel para liberarse de la tortura.
Tenía 19 años y el año anterior había entrado a trabajar en SEAT donde me organicé en Comisiones Obreras. La poesía de Rafael Alberti que iba a entrar clandestinamente en la fábrica formaba parte de la amplia campaña de movilización organizada contra las condenas a muerte de seis militantes de ETA.
Para frenar las movilizaciones, el 14 de enero de 1970 el gobierno declaró el Estado de Excepción en todo el territorio nacional.
Tercera paradoja: Que la dictadura privase a sus súbditos de las escasas garantías que pudieran disfrutar.
Se suspendía el artículo 18 del Fuero de los Españoles “En el plazo de 72 horas, todo detenido será puesto en libertad o entregado a la Autoridad judicial”
Para desmantelar las organizaciones antifranquistas y frenar las movilizaciones el Estado de Excepción ponía a disposición de la Brigada Político Social su mejor arma: el tiempo. Tiempo para ensañarse con los detenidos y sacarles información mediante la tortura.
Cuarta paradoja:
El 30 de diciembre de 1970. Subir a los interrogatorios y ver la cara de rabia de los policías de la “social” tras enterarse de que el consejo de ministros había conmutado la pena de muerte a los 6 militantes de ETA. Para mí, tras 13 días de aislamiento y tortura en los calabozos de vía Laietana, fue una alegría verles impotentes y derrotados. Y sonreí.
Quinta y última paradoja.
Que una mañana de primavera de 1972, en una trattoria de Via Garibaldi en Trastevere, le pudiese explicar esta historia al “culpable” de mi detención, el autor de la poesía subversiva Los seis Clavos: Rafael Alberti
¡Quien me lo iba a decir!