Diez años “Acto Generación TOP”, y deudas pendientes: Ley de Memoria Democrática

5-03-21

A propósito del acto homenaje a la denominada “Generación TOP”, hace 10 años en Barcelona, y reafirmando nuestro compromiso colectivo en favor de una auténtica Ley de Memoria Democrática, sin más demoras.

Domènec Martínez, sociólogo (ACEPF)

Esta crónica es mi pequeño homenaje a las mujeres y hombres que desde hace más de cuatro décadas han cooperado (y lo siguen haciendo) para preservar la memoria resistente contra la dictadura, convirtiendo este patrimonio en una herramienta útil para interpretar mejor los cambios sociales de hoy. Quiere ser un modesto ejercicio de pedagogía de la memoria subsidiario de la solidaridad intergeneracional que nos ha precedido. Las generaciones nacidas en este siglo XXI también tienen sus propios sueños, anhelos y metas, quieren ser felices y encarar la actual crisis sistémica (humanitaria, social, económica y ecológica), conscientes de que su dimensión planetaria (una herencia que hemos recibido y transferido) requiere de una nueva cooperación universal. La patria de la humanidad.

Asamblea de Expresos (ACEPF) del febrero del 2010

El libro Solidaritat, Justícia, Memòria, del historiador César Lorenzo Rubio, y editado por el Departament de Justícia de la Generalitat de Catalunya en el 2019 (se presentó en sociedad en enero de 2020), dedica en el capítulo 5. L’última dècada, un apartado a la gestación y preparación de este acto (páginas 135/138). El autor lo califica como “Un segundo Liceu”, aludiendo al gran acto del Liceu (2002) que tuvo lugar al inicio de siglo y donde se formuló la reivindicación de un Memorial Democrático, que se concretó posteriormente en la Llei del Memorial Democràtic (Llei 13/2007, del 31 de octubre). Pero recuperemos el hilo de su impulso inicial que tuvo lugar en la asamblea ordinaria de febrero del 2010. En ella se aborda la conveniencia de organizar alguna actividad que ponga en valor la lucha antifranquista durante los años sesenta y setenta. Una época no suficientemente tratada como la primera mitad del franquismo (años cuarenta y cincuenta), que había requerido, por razones obvias, priorizar los testimonios de las personas que habían participado en la defensa de la República, la Guerra, el Exilio, y los años de resistencia contra la dictadura en la postguerra.

Convocatoria Museu d’Història de Catalunya, julio 2010

Con este objetivo la ACEPF convoca, meses más tarde (el 6 de julio del 2010), un encuentro en el Museu d’Història de Catalunya de las personas que hubiesen estado perseguidas o encarceladas por sus actividades contra el régimen franquista. La convocatoria y el orden del día se había fraguado en una comisión de la ACEPF, que había estado trabajando en sus objetivos y borrador de manifiesto durante varias semanas consecutivas. La comisión plural y diversa en su composición (militancias), está formada por Lluís Biosca (procesado por el TOP por pertenencia al PORE), el historiador Manel Risques (OCE-BR), Enric Cama, profesor de Historia (PSUC), Domènec Martínez (JCC/PSUC), Antonio Nieto (PCE m-l), Montse Torras (PSUC), Carles Vallejo (CCOO Seat) y el profesor de Antropología Manuel Delgado (JCC). Debo añadir, como testimonio directo de muchas reuniones con elevadas dosis de testosterona, que la capacidad resolutiva y el sentido práctico de Montse Torras, aligeró la tarea preparatoria y se puedo llevar a buen puerto como se verá más adelante. Hubo nuevas citas y reuniones hasta llegar al Auditori de Barcelona. Quiero dejar constancia de alguna de ellas (un pretexto más para ordenar algunos papeles de mi archivo). Andreu Mayayo contribuyó a la divulgación del acto preparatorio y Enric Cama, hizo un resumen del encuentro que se publicó en Catalunya Resistent.

El 14 de diciembre del 2010 hubo otra convocatoria en la Sala de Juntes del Campus del Raval, Montalegre, 6, para dar a conocer el Manifiesto que debía servir como material de divulgación y transmisión del acto central. Acudieron los compañeros de viaje habituales (varias decenas de personas procesadas por el TOP, en las luchas por las libertades y los derechos sociales durante la dictadura, y otras comprometidas con la divulgación de la memoria democrática). En aquella época apenas existían (en nuestros ámbitos y espacios comunes) lo que hoy llamamos las redes sociales. Internet ya era un gran invento, pero las reuniones, la presencia física y el debate de ideas en vivo y en directo, permitía ejercer y entrenar una cultura democrática (con todos sus defectos, excesos y limitaciones) que hoy añoramos. También sirvió para hacer un llamamiento a ingresar en una cuenta (que figuraba al final del Manifiesto) las aportaciones económicas voluntarias para hacer frente a los gastos derivados. Una práctica habitual en nuestras actividades. No teníamos ninguna subvención, el Memorial democrático estaba “congelado, presupuestos zero”, como se verá más adelante, y las cuotas de los asociados de la ACEPF debían cubrir otras necesidades como la edición de nuestro boletín Catalunya Resistent y otros gastos asociados al funcionamiento ordinario. La financiación de las entidades memorialistas continúa siendo, 10 años más tarde, una asignatura pendiente.

Cita en Madrid, abogados laboralistas y homenaje en Atocha

A medida que avanzábamos en la definición del acto, la elaboración de Manifiesto, y las personas que a nuestro juicio debían intervenir, se hacía evidente la dificultad de enmarcar en una hora y media prevista (al final se prolongó durante casi dos horas), las diferentes propuestas (memoria sin nostalgia y nuevos movimientos sociales) junto a la banda musical de nuestra generación. Así surgió la idea de iniciar el acto con una presentación del magistrado Juan José del Águila, autor del libro El TOP, la represión de la libertad (1963-1977). Convinimos que lo más oportuno era ir a Madrid para grabar su intervención. Juanjo del Águila lo recuerda en este artículo que nos ha hecho llegar recientemente . Las personas que fuimos a verle a su despacho un miércoles 2 de febrero de 2011, éramos Enric Cama, Mireia Cama (documentalista audiovisual formada en el ESCAC) y quien escribe estas líneas. Habíamos llegado a Madrid en el AVE por la mañana y tuvimos un encuentro previo en las dependencias del Congreso con el Grupo Parlamentario de IU, Núria Buenaventura (diputada de ICV-EUiA) y José Manuel Fernández (coordinador). Recuerdos compartidos, proyectos comunes y nuevos compromisos con la memoria.  Por la tarde en la calle Alcalá, 151, 6º, nos encontramos con Juanjo del Águila, que a su vez nos presentó a Antonio Montesinos (a quién se rindió homenaje, junto a Mª Luisa Suarez, como pioneros de los abogados laboralistas, en el marco del 40 aniversario de la masacre de Atocha, celebrado en el año 2017). Intercambiamos ideas sobre el acto, posibles presentaciones del libro en Barcelona, y también sobre el trabajo de divulgación de la memoria democrática de nuestra asociación, ACEPF. Regresamos esa noche a Barcelona tras la visita al monumento a los abogados de Atocha, El abrazo de Juan Genovés, donde Mireia dejó constancia de nuestra presencia, también del ritual de los bocadillos de calamares para cerrar nuestra jornada madrileña.

El día 24 de febrero de 2011 se convocó una rueda de prensa para presentar el acto en un bar junto a La Modelo. El simbolismo era evidente (aunque faltaba otro referente esencial en esta historia: la cárcel de mujeres de la Trinitat). Así llegamos al día uno de marzo, con varios centenares de adhesiones públicas (juristas, historiadores, periodistas, artistas, y representantes de otras actividades profesionales, entidades vecinales, sindicatos y movimientos sociales). Como afirmaba Andreu Mayayo “la Generación TOP representa el antifranquismo militante del movimiento obrero, del movimiento vecinal y del movimiento universitario de los años sesenta y setenta”. La sala 2 del Auditori de Barcelona se quedó pequeña para albergar a todas las personas que se habían sentido interpeladas.

La crónica nos la ha relatado Montse Torras en este artículo reciente, Quiero añadir la importancia de las canciones que acompañaron el acto, nuestro paisaje musical y emocional, en la voz de Ester Formosa, Pau Alabajos, Joan Isaac, Maria del Mar Bonet y Ovidi Montllor, un recorrido con el sello inconfundible de Pere Camps. Memoria y cultura, cultura y memoria contra el olvido. También quedó registrada en la información de nuestro boletín Catalunya Resistent, del primer trimestre de 2011.

En este décimo aniversario nuestra Asociación ha incorporado a su Web la grabación íntegra del acto. Un magnífico documento histórico que aquí podéis ver.

Conviene hacer un ejercicio de reflexión sobre lo que sucedía ese año del 2011. En noviembre del 2010 Artur Mas (Convergència i Unió) había ganado las elecciones al Parlament de Catalunya (62 diputados) y acababa con la experiencia del tripartito de izquierdas (2003/2010). Durante el 2011 se convirtió en el abanderado de los recortes sociales (acentuando la privatización de la sanidad y de la educación), las políticas de memoria iniciadas en el 2007 también se congelan, como consecuencia del apoyo que recibe del PP. (Conviene escuchar la intervención indignada de Enric Pubill, presidente de ACEPF en el acto del Auditori). Es también el inicio de su viaje a la tierra prometida de Ítaca (cuyas consecuencias marcarán profundamente toda una década). Emerge el 15-M al grito de “¡Democracia Real ya!” y se ocupan las plazas de las ciudades principales de indignados e indignadas. Madrid y Barcelona son las que alcanzan mayor proyeccción. El 15 de junio los manifestantes rodean el Parlamento catalán durante el trámite de los Presupuestos de la Generalitat, tratando de impedir los recortes sociales y denunciando las medidas anticrisis dirigidas contra los más vulnerables. El 2 de septiembre se aprueba en el Congreso la reforma constitucional del artículo 135, se impone la mayoría PSOE y PP, a propuesta del Gobierno de Zapatero (bajo la presión de la política austericida de la UE), y se consagra el principio de estabilidad presupuestaria y la prioridad absoluta en el pago de los intereses de la deuda pública. Se liquidaba así el espíritu social (avanzado) de la Constitución de 1978. Daniel Bernabé en su magnífico libro La distancia del presente. Auge de la democracia española (2010-2020), relata magistralmente lo que sucedió: “Artículos como el 128, Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general, fueron la constatación sobre el papel de que a finales de los años setenta la izquierda como expresión política del movimiento obrero tenía un peso del que en 2011 carecía”. La calle, indignada contra la precariedad, los desahucios y la pobreza, hace suyas las proclamas contra la casta, mezclada con consignas económicas neoliberales, “ni de izquierdas ni de derechas”, “los de abajo contra los arriba”. La expresión Régimen del 78 se cuela en los nuevos materiales (había que distanciarse de cualquier pasado o referente anterior, aunque fuese de izquierdas, también de los sindicatos de clase a los que se ignora), se impone el adanismo, “hay que hacer tabla rasa, todo empieza hoy y vamos a asaltar los cielos” y se pasa de dar la batalla en las urnas “No nos representan”, afirmaban. El resultado ya lo conocemos pero conviene recordarlo. El 20 de noviembre de 2011, el PP celebra en la calle Génova su apabullante victoria en las urnas, ganando los comicios con 186 diputados y once millones de votos. Empieza la era Rajoy. En abril del 2012, Cristóbal Montoro presenta los presupuestos más austeros de nuestra democracia. Un recorte directo de 27.300 millones de euros y una amnistía fiscal para los defraudadores que quisieran ajustar sus cuentas. Todavía hoy pagamos las consecuencias del ladrillazo de la era Aznar y Rato “todo el suelo es urbanizable”, la corrupción sistémica del PP, la tragedia de los desahucios “salvar los bancos primero” y la Ley mordaza de Rajoy. De aquellos polvos estos lodos, nunca fue tan certero.

Cierro este paréntesis de contexto para añadir que en el verano de ese año 2011, la UPEC, Universitat Progressista de Catalunya, otorgó sus premios anuales al historiador Josep Fontana, a la Comissió organitzadora de l’homenatge a la Generació TOP y a la PAH, Plataforma d’afectats per les hipoteques.

De todo ello han transcurrido 10 años, posiblemente de los más convulsos e intensos desde la celebración de las primeras elecciones democráticas en junio de 1977. La pandemia del COVID-19 ha acentuado todas las urgencias humanitarias (la que afecta a la vida y las esperanzas de las personas) y ha puesto de manifiesto la necesidad de un nuevo pacto social y territorial (diversidad y cultura federal). También en el campo de la memoria se hace imprescindible arremangarse y llevarla a las escuelas y los cuarteles. “Habrá que fusilar a 26 millones” no es una anécdota ni un chascarrillo de bar, es una amenaza en toda regla a las instituciones democráticas. El Manifiesto del Auditori del 2011 reclamaba Memoria y Justicia contra la impunidad y el olvido, el gobierno de coalición progresista PSOE–UP, tiene la obligación democrática de dar respuesta a la demanda de más de 100 entidades memorialistas de todo el Estado para aprobar, sin más dilación, una auténtica Ley de Memoria Democrática.

Carlos Jiménez Villarejo, Fiscal Especial Anticorrupción en 1995, escribió en Jueces, pero parciales. La pervivencia del franquismo en el poder judicial. (2012): “El reconocimiento de la presencia en el seno de la magistratura española de un cierto sesgo ideológico franquista, de contenidos autoritarios, es consecuencia directa de una transición de la dictadura a la democracia que le afectó escasamente, por lo que solo lentamente asumió los valores democráticos”. El corporativismo, el servilismo y el conservadurismo han lastrado la capacidad de enfrentarnos al franquismo y nuestro pasado totalitario, impidiendo “que se resuelvan a favor de las víctimas las deudas contraídas por un sistema, la dictadura, que aún no están completamente saldadas”.

Ahora, en esta incipiente primavera de 2021 es tiempo de saldar esta deuda, por imperativo democrático.